LA DIFERENCIA ENTRE LOS HECHOS Y LOS SENTIMIENTOS
Al principio, aprender a separar los acontecimientos en sí mismos de lo que uno siente respecto de ellos, es fundamental.
Cada uno de ellos tiene su jerarquía: el acontecimiento porque es un reflejo de la realidad, que no podemos negar, y los sentimientos, porque son fuerzas internas que condicionan nuestras decisiones en cada instante de nuestra existencia.
Si se analiza un problema, vemos que una parte de él proviene del entorno, es exterior a nosotros, y otra parte es cómo lo siente cada uno, y cómo somos capaces de manejarlo, a favor o en contra.
¿Cómo lograr que nuestros sentimientos no interfieran en la terea de hacer una descripción exhaustiva y honesta de lo que estamos viviendo? La necesidad de liberarnos de la opresión que significa estar atravesando por la difícil experiencia de una crisis personal nos conducirá por el camino del equilibrio.
Sé que no es fácil delimitar el área de influencia que tienen los problemas a los que nos enfrentamos. Cada uno de nosotros vive los aspectos más conflictivos de éstos, y esta incapacidad de “ver” la realidad es la que precisamente ha precipitado la crisis. También ocurre que sólo observamos la parte más pequeña del iceberg, mientras que el grueso de la mole continúa en la profundidad y permanece oculto, generando un sentimiento de severa impotencia.
Dialogar con nosotros mismos acerca de lo que nos está pasando interna y externamente va a darnos un control en última instancia de la situación. Volver a las fuentes significa en este caso dejar de huir y darse el tiempo para “Tomar un café con uno mismo” y organizar una estrategia para superar la crisis.
Que nadie más que nosotros, esté en condiciones de determinar lo que nos pasa interna y externamente nos demuestra que somos los únicos que podemos controlar la situación.
Una vez que hayamos tomado ese café tan reconfortante y dialogado con nosotros mismos, lograremos identificar el problema y estaremos en condiciones de tener una visión amplia de lo que nos sucede. En este momento tomamos verdadera conciencia de que somos propietarios de uno o más problemas y que esta crisis personal por la que estamos atravesando no sólo nos involucra a nosotros sino también a otras personas con las que estamos vinculados.
Debemos centrar la atención en profundizar en los aspectos más destacados del conflicto, pero para cada uno de nosotros la crisis involucra el ciento por ciento de nuestra persona, por lo que deberemos utilizar toda nuestra energía en lo que sentimos que nos está afectando más.
FUENTE Walter Dresel