CUATRO PUNTOS DE REFLEXION SOBRE LO QUE NO DEBEMOS HACER
Deja de intentar
ser alguien que no eres.
Nada es más agotador que estar siempre haciendo el papel de la
persona que creemos ser porque nos lo han dicho, o la que nos gustaría ser y realmente,
poco tiene que ver con quienes somos.
Uno de los mayores
desafíos de la vida es ser uno mismo en un mundo que intenta convertirte en
otra persona. No es fácil vivir en el mundo de la imagen, lo inmediato y de
cara al mundo. Ya que parece que si no estás en Internet, es como si no
existieses. De demostrar siempre que eres el mejor.
Sé tú mismo, y las
personas adecuadas querrán a tu «yo» auténtico. En la diversidad está la
capacidad de elegir lo más acorde y en la vibración que te encuentres, será lo
que atraigas.
Deja de poner tus
propias necesidades en último lugar.
Eres tan merecedor-a de amor, cuidados, aceptación que todas las
demás personas a las que amas o las que te piden ayuda. Sí, ayuda a los demás,
pero ayúdate a ti mismo también. No pospongas tu vida por la de nadie. Cada uno
tiene su camino. Si hay un momento para
perseguir tu pasión y hacer algo que sea importante para ti, ¡hazlo! la vida te
pertenece, te espera que realices tu pasión y despliegues tus dones.
Deja de
reprocharte los errores que cometiste.
De los errores se
aprende. Son nuestras mejores lecciones de vida. ¡Jamás son fracasos!. Tú no
eres tus errores, ni tus problemas. El ahora es el que cuenta porque es la
única certeza que tienes. El pasado, ya pasó y el futuro ¿quién te garantiza
que vas a llegar y por cuánto?. Es en este
ahora cuando tú estás aquí, con la posibilidad de modelar tu día, tu futuro y
tu destino.
Deja de guardar
rencor.
Tan
necesario es perdonar como perdonarte. El odio envenena el corazón y te mantiene
prisionero-a de la desdicha. Es el
camino más rápido a la amargura. Todo tiene un
motivo, por muy doloroso que sea e
incluso, nos parezca incomprensible. En algún momento, comprenderás las razones
y seguro que darás las gracias por ello.
Pero perdonar, no significa poner de nuevo la otra mejilla. Significa aprender
la lección para no volver a cometer los mismos errores.
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